Jericó Abramo Masso, nieto de Jorge Masso Masso (íntimo enemigo de Enrique Martinez y Martinez), es erigido por Humberto Moreira como el alcalde de Saltillo (es y era Jericó, el gallo del profe para gobernador). La conveniencia hereditaria de los negocios sucios y la presión por tanto promiscuo antecedente, que ejerció el gordo fachas sobre el bailador, terminaron postergando la asunción de Abramo, para la que estaba “destinado grupalmente” ante su proclividad con el profe. Pero ahora en el 2017 próximo, el proyecto de Humberto se revive y su leal Jericó es nuevamente su abanderado, solo que la debacle del PRI y el hartazgo al Moreirato, les deparan juicio exterminador y sepultura a sus quinielas políticas).
Jericó, reivindicaba el triunfo de su abuelo por la alcaldía de esta capital, a la que nunca accedió aun ganándola en su candidatura por el PARM, víctima de una perversa “negociación del Diablo De Las Fuentes”, entonces gobernador del estado, ya que su sobrino político Carlos De La Peña Ramos (casado con Silvia De Las Fuentes), perdía en su candidatura por el PRI (misma que le había sido negada a Masso, aún con un compromiso previo que no fue honrado, razón que lo llevó a reventar al tricolor).
Y vean el rebote infame, el papá de Ricardo Aguirre Gutierrez (actual alcalde, “que lo ha sido promiscuamente” por el PAN y por el PRI), era sacrificado en su legítimo triunfo por el PRI en Ramos Arizpe y le caía de elevado al “Zorro Plateado”, Erasmo López, quién la perdió por el PARM, pero si llegó. Esos intercambios diabólicos, subyacen al paso de los años en las familias agraviadas (fueron, el hijo y el nieto respectivamente, quienes recuperan en algo el orgullo familiar dañado. Los perjudicados, nunca fueron los mismos).
Aun siendo amigo del profe, Abramo Masso hubo de “negociar” con el gordo fachas. Una casa en Bugambilias, fraccionamiento que inició el abuelo Masso, fue “entregada a Rubén” (quién así, mágicamente, trascendía del interés social que le brindó su ex esposa, la laboriosa y esforzada maestra Margarita Loera con su crédito magisterial, a un sitio al oriente de la ciudad, de interés residencial. No eran el norte de Saltillo ni San Alberto, a los que “poco tiempo después accedería, ya millonario”). El estatus del gordo cambiaba, sus empeños en los giros negros y los negocios “que el profe quería ignorar pero gozar”, le daban esa patente de corso para extorsionar. Esa alcaldía de cuatro años trascendería los sexenios, por ello era importante. (Jericó fue alcalde con Humberto y lo fue con Rubén, en el Moreirato pleno).
Jericó se prestó a todo: saquear las pensiones de los trabajadores municipales, construir una policía para luego cederla al estado, golpear a la familia Lopez Alanís (enemigos del profe) mediante el transporte concesionado, pelear con las centrales obreras para cooptarlas, para terminar arrodillando a la CROC y “pactando en la cúpula” con Tereso Medina de la CTM (pacto que perdura). Solo como ejemplos. Su aferrado proyecto “Saltibús” terminó siendo un fiasco y reversado por su sucesor Isidro López, luego de perderse la alcaldía, desde el tricolor visto. Si Abramo Masso fue buen alcalde debía coronar su salida con el triunfo de su partido, pero no fue así. Cual venganza del destino, el hijo de aquel que sacrificó a su abuelo (Fernando De las Fuentes Hernández), pierde la sucesión municipal. (¿Jericó cobró venganza gratuita o facilitó la derrota del PRI?).
Luego a Jericó se le ocurre que dejar “deuda cero” era buena idea, a Martinez y Martinez le había dado resultados políticos… A la postre ante la MegaDeuda que heredaban a los coahuilenses, su patrón Humberto y su “socio Rubén”, la idea fue magna, una ideota. (Los enriquecidos Moreira heredaban deuda a los empobrecidos coahuilenses). A Jericó le costó años y más “pactos con el gordo”, arreglar el exabrupto. Hoy, sigue siendo fiel al bailador, y su dinero… bien visto por el gordo.
(Jericó alcalde y el gordo gobernador, son tema del siguiente capítulo).
Continuará…
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