(¿Por qué tanta insistencia en que los medios de comunicación enfoquen sus baterías a Humberto y no a Rubén Moreira, por qué insistir en que el profe está de acuerdo en que él solo sea quién mimetice el mal ambiente y que su hermano (beneficiario, del dinero y los negocios, ayer; pero controlador de todo hoy), no sea tocado? El tema es peor, del gobierno del estado, de este Coahuila víctima del Moreirato, se paga para revivir temas delicados del bailador; para distraer de otros igual de macabros sobre el gordo fachas. La suburban retacada (y tantas otras), fue para Rubén, conviene recordarlo.
A ver si ustedes entienden, nosotros no. Los militares en el sexenio del profe fueron traídos desde la SEDENA por el vínculo afectivo con la señora Isabel Arvide Limón, quien fue contratada como asesora especial en seguridad. Algunos en activo eran coordinadores y tantos en retiro, fueron directores de policía municipal y mandos estatales. Los amenazaron, balacearon, persiguieron, y hasta liquidaron (como a tantos militares en NL), y ellos, nunca se rajaron.
Aquellos generales (unos viven otros ya no), vinieron a rescatar al estado del crimen que lo azolaba. Plazas enteras estaban copadas, los penales y corporaciones, eran oficinas del crimen y no, dependencias o instituciones del estado. Fueron entonces cuñas armadas que enfrentaron al crimen de fuera y a las complicidades de dentro, (criminalidad incrustada hasta la punta de la pirámide estatal, hasta el escritorio del mandatario). Recuerdan que hemos ya tratado los roles de el profe y del gordo, uno mandaba en todo y actuaba a la sorda, y el otro, sordeaba el mando que ejercía como encargado de los giros negros. Ambos eran socios del negocio y del desorden. ¿Para qué traer al Ejército si no para aparentar, o uno quería pero sucumbió al negocio, y el otro no quería y los reventó?
El Ejército fue el aliado natural de Fausto Destenave Kuri (secretario de seguridad pública, único amigo de Humberto en el endiablado esquema), para contrarrestar los ejercicios extralegales de Jesús Torres Charles y su hermano Humberto (procurador primero y luego fiscal especial, ya con ambos cargos, el de él mismo y el de Fausto. Leal a Rubén). Destenave daba parte a los militares de toda acción irregular (recuerdan la carta de la semana pasada, de la señora Arvide a David Aguillón: ahí, decía al señora que en la SEDENA se construía un amplio expediente a Torres Charles, que estaba medido y quemado, que no era nadie en el DF; donde ahora vive en magna mansión en el Pedregal de San Ángel).
Ese mismo Ejército Nacional, fue reventado por el gordo y Jesús. El programa de saneamiento policial y penitenciario, y de la contención criminal, fue abortado, despedidos los generales y abandonada la señora Arvide ¿Estorbaban al gordo y a sus secuaces?, claro, que sí ¿Estorbaban entonces a todo el negocio, del que el profe era capitán, y del que el gordo era operador terrestre?, no hay duda.
Para acallar la inseguridad que sigue campeando a sus anchas en territorio coahuilense, para contentar a los soldados dolidos por aquella etapa reventadora, se han entregado muchos paquetes de millones de pesos, para hacer cuarteles militares y marineros en varios puntos de Coahuila y hasta en Escobedo NL. Los soldados parecen resultar ahora, cómplices de este Moreira (el gordo Rubén), y aunque estando acuartelados en la frontera, “las campañas políticas son Zetas” (según declaraciones del propio “narcoalcalde” Fernando Purón).
Las balaceras, levantones de muchachitas y decapitaciones, son el pan de todos los días en Acuña y PN. Miren la diferencia: antes, con la señora Arvide y con Destenave, los generales “eran los limpiadores”, ahora con Rubén y Víctor Zamora, parecen “los avaladores”. Dicen que en San Antonio Texas, los últimos pitarreos, entregaron “fotos de algún tipo de uniforme” manejando la suburban retacada. El solo pensarlo, da escalofrío; sería el colmo.
¿En qué momento y circunstancia se perdió el glorioso Ejército, de entre los emolumentos devengados de ayer y de entre los cañonazos y cuarteles regalados de hoy? Preguntaré a la señora Arvide su opinión al respecto, y de ser valiente y generosa (como la reconozco), y dar su parecer, será tema del capítulo siguiente. Del emblemático capítulo 37, que depara sorpresas.
Continuará…