En el sexenio del señor vanidades (EMyM), el profe conoció el mundo desde el aire. Humberto era entonces, secretario de educación y cultura. Los aviones del gobierno del estado, movían a los funcionarios al DF, a otras entidades, a distintos puntos de Coahuila, e incluso a otros países (entonces, el bailador si iba a Estados Unidos, a comprar camisas de cuadritos rojos y pantalones Dockers, no necesitaba saber inglés para ello).
¡El Bailador, se enamoró de los vuelos altos…!
Ya se veía en el avión presidencial. (el ostentoso: José María Morelos y Pavón).
Luego, siendo alcalde de Saltillo, pedía Moreira a su entonces “hacedor y amigo”, el mandatario Enrique Martínez y Martínez, “que le diera ride” en sus aviones. Otras muchas veces, pedía a los empresarios de AHMSA, LALA o el GIS, le prestaran aeronaves (el Ayuntamiento sarapero no tenía vehículos a la “altura del elevado maestro” de educación física, egresado de la emblemática de Parras de la Fuente; (habría saltado de la Normal, corrido por revoltoso). Pregunten al director de entonces, al maestro e historiador neorositense, Sergio Reséndiz Boone.
Esta inquietud de volar, no tuvo recato en sus días de candidato a la gubernatura. Y como, hasta entonces, no había renegado de su padrino y formador, seguía usando aviones “fletados por el estado”, para trasladarse a eventos en toda la geografía coahuilense, o para ir a reuniones del PRI en el DF, incluso para ir de compras a JC PENNY en Laredo (aun no conocía San Antonio Texas, ni “a los Guerrero de Piedras Negras”).
Llegó al gobierno y pensó mejor. “Esto de los aviones es un tema muy amable, más que agradable” (decía el profe, eran palabras que repetía a sus allegados y que recuerda y comparte con nosotros un piloto, en su nómina de ayer). “Es una erogación de gasto corriente que nadie revisa y que significa decenas de millones”. Reía el bailador.
“Tenemos que meternos al negocio de lleno”.
En la renta de aviones, conoció al piloto aviador y empresario del ramo aeronáutico, Luis Rayet Díaz. “Rayet Aereoservicios. SA de CV, se convirtió en la firma preferida del Gobierno de la Gente. Todo se rentaba a él, inclusive helicópteros de re fleteo, para apagar fuegos prendidos y “otros fuegos apagados”. Pero ahí no acaba la cosa, dice el piloto entrevistado: La sospecha empezó a hacerse grande, el mandatario habría de asociarse con “el Capi Rayet”.
Y es que Rayet ya era rico entonces, asociarse le tenía que convenir, así que: negoció con bailador. Él (Luis Rayet) le vendía la mayor parte de su empresa, seguiría apareciendo como el dueño; pero, el profe y su gobierno, debían garantizarle rentas y consignas aeronáuticas suficientes para aumentar sustancialmente la facturación (sea como sea) y de paso, reventar a la competencia.
Rayet le regalaría al profe, una de sus joyas más preciadas, uno de sus carros lujosos, (vehículo al que le construyeron una cochera especial, en la mansión de Cuernavaca). No sabemos, y sería especular, si el Lamborghini amarillo en el que fue visto el extesorero de Moreira (y fiel a fachas), Javier Villarreal Hernández, en San Antonio, Texas; era el mismo, o son solo coincidías del poder.
El gordo fachas, sucumbió a las envidias humanas que todos tenemos (pero que en él son tan evidentes). En un día de vuelos, le reclamó a gritos (en el hangar de gobierno, a su hermanito el bailador). ¿“Yo, qué juego aquí, solo volar y engrosarles la bolsa a ti y a Rayet, pues mira que no, o me incluyes en el pastel o se te acaba el negocio; yo seré gobernador y hay te las verás con tus juguetitos?
Otra vez, las indiscreciones de Los Moreira, llegaron a oídos de los pilotos.
Fachas cumplió su promesa o alguien es tan amble que le sigue el gusto. Hoy, como nos refiere el piloto enfadado, un lote de estos jets, fue requisado en los Estados Unidos, por supuestas licencias vencidas. Y en tiempo reciente, también, otro lote de aviones fue recogido por un grupo de bancos (estarían dados en garantía de un crédito estatal, y el beneficiario del crédito, “pidió embargar la garantía”).
Lo cierto es que, convenientemente, el gobierno de Coahuila vendió sus aviones (por que no era negocio tenerlos), corrió a sus pilotos y ahora renta aeronaves, cada vez que el mandatario y sus secretarios (y claro, la señora Viggiano), necesitan volar. El negocio sigue. ¡El cómo se repartan el pastel, es bitácora de otro vuelo!
Continuará…
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