Sin grandes equipos de seguridad como los de la familia en el poder, todos estamos secuestrados.
Sorprendieron las declaraciones en donde Rubén Moreira dejó entrever que la inseguridad que priva en Coahuila es tan grande que hasta su hijo, no dijo cuál de todos, se encontraba en una lista de secuestradores que fueron detenidos antes de cometer tal fechoría.
“Si hay algo de eso, es normal en esto, pero no desestima uno, ya han sucedido cosas muy malas (en la familia)”, expresó el mandatario estatal sin decir qué “cosas muy malas” sucedieron, aunque se cree que se refirió al asesinato de Eduardo Moreira, hijo de su hermano, el profesor Humberto Moreira Valdés, cuyas causas y verdaderos ejecutores intelectuales aún siguen en el umbral de lo desconocido.
A estas alturas de la actual administración estatal, nadie se traga el cuento ese de que fue una venganza del Z no sé qué número que tenía asolada a la región norte del estado. En este artero crimen que enlutó a la familia Moreira, –bueno, a una parte de ella— algunas “esferas del poder público”, participaron. Sin ser un avezado investigador, este periodista y cualquier lector puede analizar los hechos que antecedieron a tan artero crimen, del que se refirió entre líneas Rubén Moreira, (nadie se explica por qué siempre lo hace así en lugar de decirle al pan, pan y al vino, vino).
Las dudas siguen siendo un ingrediente que sobresale de entre todas las cosas explicables e inexplicables que surgen de este caso. Se puede hablar de tantos hechos de ese día aciago para el profesor Moreira. Se puede recordar cuando Rubén decidió quitarle la seguridad a su sobrino, de la intervención de policías estatales y municipales ¿mandados por?, se puede decir que los criminales conocían a la víctima… Hay tantos hilos sueltos que resulta casi incomprensible tomar uno de las tantas brechas que se abrieron para impedir llegar a la verdad. Aunque, todas esas brechas llevan a un camino principal: el retiro de la seguridad que tenía Eduardo.
Hoy, Rubén Moreira, pone el asunto sobre la mesa, aunque entre líneas, para informar a la sociedad que se ha beneficiado de sus grandes logros, sobre un asunto escabroso. La inseguridad en las calles de las principales ciudades de Coahuila, en los pueblos, en los ejidos, en las rancherías de los 38 municipios es tal, ¡que hasta un hijo del gobernador se encuentra en la lista de secuestrables! Bueno, en una lista que dice el secretario de gobierno Víctor Zamora, que existe, como “existió” la narcolista de periodistas.
Mentira grande, nueva mentira del secretario de gobierno que difunde como cierta Rubén Moreira.
Lo grave del caso es lo que está sucediendo en la entidad. ¿Cómo se puede secuestrar a un joven protegido por una nube de policías de élite armados hasta los dientes, entrenados en artes marcianas y marciales allá por Israel, prestos a eliminar de un golpe a grupos terroristas y presuntos secuestradores? Eso déjenlo para los ciudadanos de a pie de este pueblo amenazado por la violencia institucional.
Lo grave del caso es lo que está sucediendo en la entidad. ¿Cómo se puede secuestrar a un joven protegido por una nube de policías de élite armados hasta los dientes, entrenados en artes marcianas y marciales allá por Israel, prestos a eliminar de un golpe a grupos terroristas y presuntos secuestradores? Eso déjenlo para los ciudadanos de a pie de este pueblo amenazado por la violencia institucional.
Secuestrables, “señor” gobernador, hoy somos todos, por si no se ha dado cuenta. Los obreros, las amas de casa, los estudiantes, los profesionistas, los periodistas, todos los que tienen una profesión se encuentran en calidad de posibles clientes del “crimen organizado”. Pero no somos solo secuestrables, estamos secuestrados dentro de nuestras propias casas, de nuestras propias calles, por culpa suya. Porque su gobierno se encargó de permitir que los grupos delincuenciales, entre los que se cuentan las diversas corporaciones policiacas bajo su mando, hagan de las suyas y atenten contra la integridad de las familias a las que pueden quitarles tan solo unos cuantos centavos.
Por eso hoy que habla de que estaba su hijo en una lista de “secuestrables” no dejo de pensar en el tipo de ardid que conlleva esa denuncia, que a todas luces indica que Víctor Zamora le tiene tomada la medida al Ejecutivo estatal asustándolo con el petate del muerto. Porque hasta con eso lo asustan.
Los delincuentes no hacen listas de sus pillerías y crímenes para que las encuentren las autoridades, ni para secuestrables ni para nóminas de periodistas, esto nada más, por si no lo sabe Rubén, se veía en la serie de Elliot Ness llamada Los Intocables, en donde el temible Al Capone era el delincuente a perseguir.
Esto de las listas de secuestrables es lo más estúpido que he escuchado. Los delincuentes son seres inteligentes, aunque con la inteligencia torcida para el lado de la maldad. Si no fuera así, no cometería cuanta fechoría les viene en mente, por eso nadie puede creer que tengan en sus haberes listas con nombres para saber cuál es el menú del día.
Además, no creo que esos delincuentes tan capacitados para secuestrar vayan a meterse a la boca del lobo, a buscar un enfrentamiento con la nube de guaruras del gobernador, de su mujer Carolina, de sus hijos, de sus casas, de sus ranchos, de su hacienda y de sus negocios de carbón.
Nada más para forjarnos una idea de lista de secuestrables y el petate del muerto es que, mientras los ciudadanos comunes pagamos impuestos para contar con una vigilancia rabona de un policía por cada veinte mil habitantes o algo más, la diputada Carolina Viggiano tiene asignados para su seguridad un total de veinte elementos de la Procuraduría General de Justicia del Estado, cuatro vehículos de lujo, dos de ellos blindados, pistolas, metralletas y cuanta cosa se pueda usted imaginar para impedir que el virus de la gripa siquiera se le acerque a treinta metros de distancia.
¿De los hijos del gobernador? Pues que no se la pasan allá en Monte Real, por los rumbos de Arteaga jugando al tiro al blanco con las armas de cargo de sus elementos de seguridad? ¿Ellos, o uno de ellos son los secuestrables?
Y más, si hablamos de la seguridad del gobernador. ¿Sabe cuántos elementos tiene asignados? ¿Cuántos vehículos blindados circulan a su alrededor? ¿Cuántos elementos de seguridad, entre guaruras, policías estatales, policías municipales, policías federales y hasta elementos del Ejército, siguen los pasos y cubren la espalda de este señor de la Nueva Forma de Gobernar que hoy jura y perjura que su hijo es secuestrable. ¡por favor!
Víctor Zamora ya debe ir analizando una Nueva Forma de Pensar. Ni los detractores del gobernador son pillos, secuestradores, mariguanos y demás yerbas, ni existen listas de Narcoperiodistas, de narco secuestrados, de secuestrables y demás idioteces que se le vengan en mente.
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