La confusión por la cuarentena diluyó la celebración de la Semana Santa.
Nos van diciendo que “no son vacaciones” para desanimar a quienes “aprovechan” el encierro obligado para salirse a pasear con La Familia.
Unos ya no saben en que día viven menos reparan en que, estos son los “días santos”. De la “pasión de Jesucristo”.
No hay vigilia y los sacrificios de abstinencia no se recuerdan porque los tapabocas y la numeralia del contagio absorben casi toda la información recibida (y afectan la memoria y distraen de lo relevante. De los sentimientos … de la fuerza del alma).
Fanáticos
Este “quédate en casa” va siendo ocasión de fanatismos que agreden a quien ose distraerlos de su inactividad intelectual (por la Pandemia solo se restringe la actividad física pública).
Las descalificaciones y los adjetivos llenan las redes sociales. Insultar va siendo un casi único recurso ante los argumentos insuficientes y la defensa a ultranza.
Hay fanáticos de un tipo y de otro, y para mi gusto, todos los extremos son malos.
Esta referencia al fanatismo, es solo un saco grande que le puede caer a quien sea. Sin dedicatoria alguna ni referencia directa a nadie, créanlo. No se desvirtúe mi idea de ser decentes y de no revolver la relación humana con los colores, olores y sabores. Somos en México un mosaico, un crisol rico por diverso y así debemos proseguir. Unidos.
Yo pido
Al recordar, porque creo, que estamos en Semana Santa y que es tiempo de recogimiento y de compasión, yo pido por quienes no creen y porque, por esa desgracia de no creer, no esperan (porque la esperanza es un dogma de fe).
Yo pido por quienes se ennegrecen el alma con odios y repudios tantos, para tantos.
Yo pido por quienes juzgan a sus amigos, contaminan la amistad y el respeto con asuntos de política y de ideología.
Yo pido por quienes en aras de ideologizar dividen y segmentan… en su entorno, en su alcance y hasta en La Familia.
Yo creo
No soy fanático y Dios me libre de parecerlo nunca.
Soy católico y yo creo pero como soy muy pecador y tan falible y con tantos defectos, soy un mal católico. Pero soy auténtico. Y espero.
Para México
La unidad nacional es un tesoro extraviado.
Unir a la Patria apelando a nuestra esencia nacional debe ser un caro propósito de sociedad y de gobiernos.
Yo pido por la unidad de los mexicanos, y espero, en la unidad, una etapa de respeto mutuo y del ejercicio atemporal de la practica de valores morales (como forma de ser y actuar) que de nuevo nos den sentido, pertenencia y seguridad en lo que México unido puede lograr.
No soy iluso ni tonto. Sé que es tanto, es extremo desear y pedir esto de un México unido y fuerte. Pero es Semana Santa y todo puede suceder, aun requiriéndose de un milagro (y es que media un Calvario).
¡México creo en ti!
“México creo en ti”. Así declamó un poeta y así siento en lo más profundo de mi ser.
Cuando releo y canto las estrofas del poema, doy gracias a Dios por estar en México, por amar a mi Patria y por esperar que nos sucedan cosas buenas.
Cosas buenas suceden… En la unidad.
Semana Santa, en México. En Familia. Es todo.