Triste el pensante que escribió, “pobre del hombre; nacer no pide, vivir no sabe y morir no quiere”. La vida no es una sola decisión tomada, sino una gama multicolor de elecciones, entre los verdes valles y los desiertos, navegamos y lo hacemos siempre. Tenemos la dicha y mérito con que seamos nosotros mismos quienes ponemos los inicios y también los finales. Dura carga, pero bendita, que podemos iniciar un nuevo año.
Al menos el mundo occidental, porque el mundo es el que vemos y normalmente vemos poco y corto, celebrará entre fiestas de finales y de inicios, ante una mesa se sentarán amados y cercanos y cada quien se llevarán entre los hombros cargando sueños, ilusiones, pero también recuerdos, nostalgias y rencores. Lo bueno es que a la mesa se sentarán los invitados.
En medio de la pandemia un humorista cubano escribió un poema que se convirtió no solo en la oración de muchos durante aquellos aislados días, sino que encierra entre sus rimas la descripción de cualquier crisis, algunas públicas y otras tan intimas que se viven en la secrecía de la almohada, una crisis que late fuerte cuando el silencio nos pega. Sirvió en la pandemia, pero nos sirve ante cualquier estancia que robe la paz de los caminos, pero advierta sosiego a lo lejos.
Permíteme tomar las palabras que escribió Alexis Valdés y compartirlas contigo, y en cada frase invitarte a construirnos mejores. Que el tiempo llega, y que seguramente, como no sabemos muchas cosas del mundo, ciertas cosas nos parecen imposibles, pero pasará. Es la tragedia de los valles, que pasarán y la gloria de los desiertos, que también pasarán.
Cuando la tormenta pase / y se amansen los caminos / y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo. Con el corazón lloroso / y el destino bendecido / nos sentiremos dichosos / tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo / al primer desconocido / y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos / todo aquello que perdimos / y de una vez aprenderemos / todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia / pues todos habrán sufrido. / Ya no tendremos desidia / Seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos / Que lo jamás conseguido / Seremos más generosos / Y mucho más comprometidos.
Entenderemos lo frágil / que significa estar vivos / Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido. Extrañaremos al viejo / que pedía un peso en el mercado, / que no supimos su nombre / y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre / era tu Dios disfrazado. / Nunca preguntaste el nombre / porque estabas apurado. Y todo será un milagro / Y todo será un legado / Y se respetará la vida, / la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase / te pido Dios, apenado, / que nos devuelvas mejores, / como nos habías soñado.
El mundo acelerado seguirá ahí, cruzando límites y llevando espacios, pero los recuerdos y desafíos que se han vivido se sembraron en cada alma que hoy, brillan como estrella en la noche. El mundo, nuestro mundo, tendrá una navidad diferente. Ojalá sigamos siendo diferentes. Que se amansen tus caminos.