¡Mucho cuidado!
La soberbia electoral es un mal que nos aqueja, es una epidemia que se expande, es un efecto de contagio entre partidos y candidatos, efecto que agravia a esta sociedad coahuilense (agraviada de por sí). Cuidado y mucho ojo, hay que tener reservas con los que se marean en un ladrillo y quienes, siendo soberbios, son hipócritas porque disimulan cuando piden el voto.
Las elecciones están en puerta, de acuerdo al Instituto Electoral, es partir del 2 de abril que los candidatos y partidos, pueden hacer proselitismo abierto.
El despotismo, el abuso de autoridad, la imposición, el espionaje y el hostigamiento, han sido la marca infame que deja este gobierno represor de Moreira. No permitamos que nos suceda de nuevo. Y no solo en el PRI está el problema (aunque ahí, especialmente está el mal proceder), es un asunto de personalidad que afecta a todos los partidos políticos.
Son, la soberbia electoral y la soberbia institucional, un tema de defectos del carácter, de inseguridades y complejos disfrazados de actitudes ególatras, de los personajes en la “política moderna”; esos que se dicen líderes y se ven iluminados.
¡Los más payasos resultan los más acomplejados!
La gente no quiere eso. El pueblo no merece que tipos con ínfulas vengan a pretender gobernarlo. Ya bastante problema es el poder ver con claridad que hay atrás de cada quien, de saber de cada candidato a que intereses obedecen, como para que, además, tengamos que padecer sus excesos e imposiciones.
Coahuila merece respeto, merece gente humilde de modos y honesta de formas, que dirija con dignidad y con verdad los destinos desafiantes que tenemos frente a nosotros. Para recomponer el encono y el desgarramiento social (provocado por leyes aviesas, por gobiernos corruptos, por funcionarios sobornados por el crimen), se requiere gente seria en su quehacer y humilde en su proceder.
Ya no es tolerable que se corrompa todo lo que tocan (porque son corruptos, porque están corrompidos y quieren influenciar todo el entorno). Que se alejen del pueblo una vez recibido su voto, que usen a los gremios y a la sociedad para sus fines.
En los candidatos que buscan la gubernatura hay soberbia (¿ya los medimos, ya vimos como son, esos candidatos se parecen a sus partidos o a sus patrones, de ahí toman el modelo?). Baste ver sus actitudes sobradas e innecesarias para saber que no convienen en el ejercicio público.
Es esta una buena razón para no votar por los soberbios. Si ahora que “ponen su mejor cara”, porque les conviene, se sienten soñados, imaginemos luego de ganar la elección (con nuestros votos), los modos que se gastarán.
Miren como nos ha ido con estos Atila de remedo, se sienten hechos a mano. Ni quién los aguante… y 6 años son mucho tiempo cuando el tiempo es malo. Otro moreirato, sería la muerte social y política de esta agónica Coahuila.
Los coahuilenses, ¡asaltados y quebrados, ya estamos!, otro dictador en el gobierno es tanto como un masoquismo electoral.
¿Ya nos dimos cuenta, quién y cómo es el candidato del PRI (Miguel Riquelme)?
¿Ya nos dimos cuenta, quién y cómo es el candidato del PAN (Guillermo Anaya)?
¿Ya nos dimos cuenta, quién y cómo es el candidato de MORENA (Armando Guadiana)?
¿Ya nos dimos cuenta, quién y cómo es el candidato independiente (Javier Guerrero)?
Son estas cuatro opciones electorales las que tienen posibilidades de ganar. El resto, son instrumentos de un juego de fraccionamiento del voto.
Al final de las campañas, hay que razonar. Privilegiar el voto útil, votar por el menos malo y que con nuestro voto gane. Sin un voto anímico sino con uno conveniente. (Un voto “Por Coahuila”. La lealtad está con nuestras familias, no con colores engañosos que nublen nuestra claridad y comprometen nuestro futuro).
¡Corruptos y payasos, no merecen el voto!
La soberbia electoral es un indicador (mucho cuidado).