Los vecinos no podían creer lo que veían sus ojos en un camino de Tierra Amarilla, localidad de unos 15.000 habitantes en la región de Atacama, en el norte de Chile.
Un enorme cráter circular de 32 metros de ancho y 64 de profundidad surgió en plena vía que atraviesa terrenos propiedad de una compañía minera.
Una semana después, el agujero se ha ensanchado: su diámetro es ahora de 36,5 metros, según las últimas mediciones satelitales.
El Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile (Sernageomin) ordenó a la corporación minera, Compañía Candelaria, paralizar todas sus operaciones en la zona.
También ha iniciado un proceso sancionador contra la empresa, mientras un equipo investiga las posibles causas del socavón.
Geólogos explicaron que puede haber varios sucesos naturales o producto de la actividad humana que causen un socavón de este tipo.
Pero barajan principalmente dos: el primero estaría relacionado con las intensas lluvias caídas en la zona en julio.
La segunda hipótesis apunta a la influencia de la actividad minera en la zona.
Muñoz señaló que la empresa “tenía una proyección indicada de 38.000 toneladas de mineral a extraer, pero extrajo cerca de 138.000 toneladas, más del triple” en ese yacimiento.
La intervención minera, apuntó, podría haber desestabilizado el suelo al desviar el agua subterránea de su cauce natural y vaciar los acuíferos, generando espacios que favorecen que el terreno ceda y caiga por su propio peso, formando el socavón.
Los desprendimientos en las paredes del socavón han sido constantes en los pasados días, hasta el punto de aumentar su diámetro en 450 cm hasta los actuales 36,5 metros.
“Primero se empezó a ensanchar por la parte de abajo; entonces se empezó a crear una forma asimétrica y lo que está arriba no tiene qué lo sustente, así que empieza a caer y se va ensanchando lenta pero dramáticamente hasta alcanzar la forma de cilindro”, observó Farías, autor del libro “Volcanes y terremotos”.
Así, se pronostica que seguirá creciendo al menos hasta que el diámetro en la superficie se iguale con el del fondo, que es de 48 metros.
Muñoz, por su parte, cree que incluso podría crecer más si hay nuevas desestabilizaciones en el terreno.
“En todo caso no podrían ser más de 200 o 300 metros, que es lo que nos importa, porque la población más cercana está a 600 metros“, declaró.
“También se están estudiando las zonas que serían más susceptibles de que se produzcan otros socavones”, aseveró.
De hecho, existe un antecedente en Tierra Amarilla: en noviembre de 2013 apareció un cráter de 20 metros de largo y 30 de ancho con una profundidad de 30 metros tras el colapso de una estructura subterránea de una explotación minera.
También ha llamado la atención que el cráter forme un círculo casi perfecto.
“La apariencia tan redonda de un agujero así es por la forma del colapso”, indicó Cristian Farías.
El geofísico explicó que el derrumbe “comienza en un punto y se va extendiendo de manera simétrica, es decir, hacia todos lados, de manera radial, y eso hace que todo lo que colapsa lo haga en círculo y en algún momento se detenga, cuando encuentra una estabilidad”.
Para Muñoz, es importante “asegurar que la gente no se acerque ahí a tomar fotografías”, ya que podrían producirse accidentes.
“Hay que pensar que parte de la tierra que cayó no está abajo ya, porque hay un fluido que es el agua. Al caer se fue como por un río”.
El gerente de asuntos públicos de la empresa minera, por su parte, aseguró que gran parte de los sedimentos se habrían acumulado en el fondo del agujero, reduciendo su profundidad de 64 a 62 metros, según sus últimas mediciones.