Existen tres formas en que las fuerzas en la naturaleza se pueden comportar.
La primera es la confrontación. Cuando dos fuerzas chocan de frente el efecto se anula, el impulso se aniquila. La segunda es la divergencia. Cuando dos fuerzas se separan porque van por rumbos diferentes el poder se diluye hasta desaparecer. Y la tercera es la sinergia. Cuando dos fuerzas viajan en la misma dirección, en sincronía y se alimentan mutuamente, de tal suerte que uno más uno no es dos, sino más de dos.
Durante décadas, incluso siglos, uno de los principales retos de la humanidad ha sido reducir la pobreza y combatir las desigualdades sociales. Se han tratado muchas estrategias, pocas han surtido efecto. Incluso en cuando menos 20 países subdesarrollados, después de recibir miles de millones de dólares en ayudas a mediados del siglo pasado, después de 50 años eran más pobres que antes.
En 1985 sucedió un hecho maravilloso. Los principales talentos del pop encabezados por Michael Jackson y Lionel Richie, bajo el nombre de USA for Africa y el auspicio de Columbia Records, grabaron una canción llamada We are the World (Somos el mundo).
Además de Jackson y Richie, ver juntos a Ray Charles, Diana Ross, Tina Turner, Billy Joel, Stevie Wonder, Cyndi Lauper, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Kenny Rogers y Phil Collins, entre otros, unidos por una misma causa, por un ideal superior, sacudió sin duda las mentes de la gente.
Más allá de las decenas de millones de dólares que recaudó la canción en un inicio, lo que consiguió fue cambiar la mentalidad de la forma de intervenir en esas economías donde los niños mueren de hambre.
Por fin se entendió que para aliviar la pobreza se necesita crear prosperidad y que para generar ésta no es suficiente regalar dinero, sino aportar educación, generar compromiso y tener sentido común. Regalar billetes para combatir la pobreza equivale a querer erradicar la ignorancia repartiendo diplomas.
Las posibilidades de un grupo son grandes, pero si este grupo está compuesto por un elenco estelar, por líderes sociales o por políticos influyentes, el potencial es infinito. De ese tamaño es la responsabilidad de quienes por razones del destino ocupan puestos de relevancia o tienen los ojos de las masas encima.
Desde entonces, más de mil millones de personas han salido de la pobreza en el mundo. Los esfuerzos han sido diversos y profundos, pero no tengo duda que esa acción colectiva fue el parteaguas para despertar a los países occidentales y crear un modelo diferente para combatir el hambre y generar riqueza.
La sinergia, mediante el trabajo en equipo, es la solución a los problemas de la humanidad. Después de todo, todos somos el mundo.