El T-MEC entra en vigor el próximo miércoles, 1 de julio de 2020; pero en términos reales tendrá beneficios para México en tres o cinco años.
El T-MEC y su entrada en vigor, a partir del próximo miércoles, toman a México debilitado; con la industria nacional a medio gas y con las consecuencias de la peor crisis de económica en casi un siglo, causada por la pandemia del Covid-19.
Especialistas consultados por Publimetro advirtieron que el nuevo tratado, que pone fin a 25 años del TLCAN, no es una varita mágica; o una vacuna que sacará a México de la recesión y el decremento de 6.5% a 12% del PIB, proyectado para 2020 por organismos financieros y bancos.
El presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), José Luis de la Cruz Gallegos, explicó México entra a la era del T-MEC débil y con varios focos rojos.
Indicó que la industria manufacturera, que controla 80% de las exportaciones que México realiza al mundo, suma 19 meses en recesión; además de caídas históricas mensuales y anuales de 30.5% y 35.5% al cierre de abril pasado, generadas por la emergencia del coronavirus.
Advirtió que, debido al aislamiento social y la parálisis productiva de la pandemia, el sector industrial entra al nuevo acuerdo comercial “a la mitad o menos” de su capacidad instalada; lo que anticipa problemas de competitividad y producción.
CAMBIOS Y RESTRICCIONES DEL T-MEC
En una entrevista con Publimetro, el especialista de la Concamin señaló que el primer cambio que plantea el T-MEC es que –a diferencia del TLCAN- no es un tratado de libre comercio; sino un acuerdo con múltiples restricciones y sanciones, en caso de incumplimiento.
Refirió que las nuevas limitaciones, restricciones y sanciones que impone el T-MEC, a partir del 1 de julio de 2020, afectan a la industria automotriz, farmacéutica, textil y producción de acero.
Destacó que el nuevo acuerdo impone reglas al comercio electrónico, sector energético y telecomunicaciones; que se incluyen por primera vez como parte central del intercambio económico de América del Norte.
Así como la vigilancia estricta de salarios, derechos laborales y libertad sindical en México; establecimiento de paneles de controversias y sanciones, en todas las áreas referidas; si nuestro país y sus empresas incumplen con lo pactado en dichos ámbitos.
FOCOS ROJOS EN EL T-MEC
•El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) señaló que con la entrada del T-MEC se encienden cinco focos rojos para México:
•EU anunció que asignó 250 millones de dólares para revisar el cumplimiento de la reforma laboral, libertad sindical y salarios competitivos; y en su caso imponer multas, embargos, aranceles y hasta el cierre de la frontera a productos donde no se respeten tales puntos o provengan del trabajo infantil.
•La dependencia de México de los insumos intermedios de China, Vietnam o Corea; desde componentes electrónicos, partes o dispositivos eléctricos e insumos textiles; que pueden provocar que EU o Canadá acuse a las empresas mexicanas de triangular sus importaciones y causar daños comerciales.
•Imposición unilateral de aranceles, embargos o cierre de fronteras a productos o exportaciones mexicanas; bajo acusaciones de dumping (vender por debajo del precio de mercado o de producción). O por romper medidas fitosanitarias o sustentables; como sucedió con la guerra de atún, tomate y acero.
•Falta de una política industrial que ayude a los sectores productivos a reactivarse; salir de la recesión de 19 meses que enfrentan las manufacturas; y que eleve la productividad y competitividad de las exportaciones mexicanas.
•La ruptura entre el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y el sector privado; en materia de inversiones, apoyo a empresas y preservación de empleos, debe resolverse para aprovechar las nuevas condiciones comerciales; que de no resolverse hará menos atractivo al país para la llegada de capitales.
Polarización mexicana ante la visita de AMLO a Estados Unidos
El juntar a Justin Trudeau y Andrés Manuel previo a la parte más complicada de la campaña electoral para la reelección presidencial estadounidense, es una señal al electorado de que Trump es capaz de cumplir sus promesas en torno a un comercio más justo para su país, así como poner sobre la mesa el control de las fronteras y restricciones a la migración.
Al final, Justin Trudeau y Andrés Manuel pueden decidir asistir o no a Washington D.C. y en su lugar tener una reunión vía remota a través de una videollamada o grabar un video en el cual se señale las fortalezas del nuevo acuerdo comercial y resalta la unión entre países, lo cual es válido en un momento en que las fronteras están cerradas por la pandemia.
Dejando de lado el tema sanitario, Andrés Manuel ya ha confirmado su asistencia a la reunión, lo cual debe ser comparado con lo que ocurrió en agosto de 2016, cuando Enrique Peña Nieto invitó a Trump cuando todavía era candidato a la presidencia estadounidense.
Enrique Peña Nieto, asesorado por Luis Videgaray, tomó el riesgo de invitar a Trump, pensando que podrían conocerlo y negociar para que su discurso fuera menos agresivo; al final eso no ocurrió, ya que los dichos sobre el muro y los migrantes mexicanos continuaron, sumado a que, a partir de ese momento, lo poca popularidad que quedaba del presidente mexicano se fue diluyendo en la última parte de su administración. La parte mediática fue desastrosa, pero siempre hay más que eso.
Lo que no sabremos de momento, es si esa reunión ayudó en algo a que las negociaciones para renovar el viejo TLCAN iniciaran y pudieran culminar meses después. Tampoco sabemos si ese encuentro significó alguna otra ventaja para México en lo comercial, migratorio o de seguridad nacional. Simplemente se tomó el riesgo de organizar la reunión a pesar de que significaba perder en popularidad y el país se polarizó después en un grupo a favor y otro en contra de la visita.
Hoy Andrés Manuel, afirma que la política es siempre caminar en la cuerda floja, tomar riesgos (tal como hizo Enrique Peña Nieto en su momento), lo cual es cierto; no olvidemos que su visita a la Casa Blanca inicia con un Estados Unidos comprometido a ayudar a México en el tema de recorte de producción petrolera ante la OPEP, además de comenzar un puente aéreo para la venta de respiradores artificiales para enfermos de Covid-19, lo cual motivó tomar ese riesgo.
Andrés Manuel se enfrenta hoy al mismo dilema que tuvo Enrique Peña Nieto y quizá han tenido todos los presidentes de México, desde Manuel Ávila Camacho al momento de recibir o visitar a Presidentes de Estados Unidos, ya que siempre existe un interés de ambas partes al encontrarse.
Hoy Trump tiene un interés electoral y seguramente Andrés Manuel uno económico, ya que México necesitará de un Estados Unidos fuerte y dispuesto a comprar todas las manufacturas mexicanas, sumado al apoyo que dan en seguridad y la parte sanitaria, ya que la pandemia en ambos países está lejos de terminar.
Al final, Andrés Manuel decidió tomar el riesgo de visitar Estados Unidos en un momento muy difícil, lo cual debe verse reflejado en alguna mejora al país y en función de eso es que se debe calificar su visita, por lo que resultará difícil poner una nota buena o mala en el corto plazo.
La calificación se podrá otorgar hasta que se tenga la información suficiente para entender si valió la pena sacrificar puntos de popularidad o mantener a México en la polarización actual entre quienes aplauden todo y quienes nada aprueban del Ejecutivo mexicano.
Una mitad de los electores desearán que Andrés Manuel fracase en su visita a Estados Unidos para poder señalar como el peor presidente mexicano de la historia; la otra mitad, buscará todos los argumentos para hacerlo ver como un gran estadista y que ha logrado acuerdos con un país poderoso que difícilmente cede algo a cambio.
Lamentablemente el debate en México se centrará en eso, cuando en diplomacia y política, el estar en momentos difíciles es también una forma de negociar y los resultados no los veremos inmediatamente.
Las próximas semanas la tensión entre quien repudia y adora a Andrés Manuel tendrá momentos duros, ya que estará involucrado Estados Unidos, pero valdrá la pena como sociedad tener paciencia y saber analizar qué se ha ganado y perdido de ese viaje, y sobre eso, seguir construyendo acuerdos con el vecino del norte y al interior del país.
Publimetro/Forbes