Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.
La voz del ave
que la penumbra esconde
ha enmudecido.
Andas por tu jardín.
Algo, lo se, te falta.
La ajena copa,
la espada que fue espada
en otra mano,
la luna de la calle,
¿dime, acaso no bastan?
Bajo la luna
el tigre de oro y sombra
mira sus garras.
No sabe que en el alba
han destrozado un hombre.
Triste la lluvia
que sobre el mármol cae,
triste ser tierra.
Triste no ser los días
del hombre, el sueño, el alba.
No haber caído,
como otros de mi sangre,
en la batalla.1
Ser en la vana noche
él que cuenta las sílabas