Coahuila, como su Himno lo exalta, es una tierra bendita. Somos la tercera entidad federativa en extensión territorial, la segunda en el índice de desarrollo humano y la primera en producción automotriz. El desarrollo forjado por nuestra laboriosa gente en las últimas décadas nos coloca en una posición privilegiada en este México tan múltiple y contrastado.
A veces no valoramos lo que tenemos. La comparación constante con nuestro vecino del Norte, obligada por la cercanía, y la contaminación permanente de notas negativas sobre nuestro entorno político, económico y social, abonan a ese demérito.
Siempre que alguien viene a nuestra tierra y emite algún juicio de valor, genera reacciones de algún tipo: El que critica y habla mal, nos enerva y pone a la defensiva; el que celebra y habla bien, invita a la reflexión. Si lo expresado es falso, se identifica inmediatamente un esfuerzo zalamero y adulador, que conduce a la decepción y al escepticismo; si el razonamiento es verdadero, nos congratula y crea un vínculo de afección y confianza.
Fue el caso de Pepe Meade en Saltillo. En su mensaje ante la clase empresarial de nuestro Estado sorprendió a propios y extraños por su conocimiento de la economía coahuilense:
Con el acero producido en Monclova se fabrican las tuberías que llevan el agua hasta nuestras regaderas y nos surten de combustible para movilizar nuestros vehículos. Esa agua sale caliente en virtud de un boiler probablemente hecho en Saltillo, que también fabrica mucho del peltre en el que cocinamos.
Además, 13 de cada 100 focos en México utilizan electricidad generada por nuestra producción de carbón. Al desayunar cereal y café lo más seguro es que estemos consumiendo leche de La Laguna. Cuando vamos a nuestro trabajo es muy posible que lo hagamos manejando un coche ensamblado en la región Sureste, y al comprar artículos de joyería, bien puede tratarse de piezas elaboradas con plata refinada en Torreón.
Quien ingiere una cerveza estará degustando una bebida elaborada seguramente en el norte del Estado, y si prefiere un vino tinto, no es remoto que escoja una etiqueta de vitivinicultores coahuilenses.
Hacemos muchas cosas bien, dijo. Hasta “los Santos siempre le ganan a los Pumas”, reconoció, a pesar de su sabida simpatía por éstos últimos.
Realzar virtudes no es ocultar problemas, sino ánimo de generar y contagiar un anhelo, de ofrecer un punto de partida optimista, y de otorgar certeza en momentos de desconfianza y turbulencia. Las semillas de la esperanza fructifican en esta tierra bendita sólo si se siembran con pasión y se riegan con las aguas de la congruencia, la honestidad y el amor por México… Como lo hizo Pepe Meade en Coahuila.