TLCAN: en 3 y 2

La disparidad de criterios y el carácter del personaje que tiene la sartén por el mango, elevan sensiblemente la posibilidad de fracaso en la renegociación. Bien haríamos en prepararnos para esa ominosa posibilidad.

Terminada el miércoles de la semana que hoy fenece, la quinta ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en la Ciudad de México, la expresión beisbolera que da título a esta colaboración, refleja el estatus del proceso. El obstáculo para su avance y feliz término tiene nombre y apellido: Donald Trump. Y aunque el balance del acuerdo a casi 23 años de vigencia es claramente positivo para los tres países, en todos ellos hubo sectores y regiones que sufrieron las consecuencias de las nuevas reglas del juego.

Desventuradamente los gobiernos de México y los Estados Unidos (EU) hicieron poco por compensar y ayudar a los damnificados del libre comercio y, especialmente en el caso de los EU, el descontento fue penetrando como la humedad en los huesos en la parte afectada de la sociedad norteamericana y se convirtió en excelente caldo de cultivo para la prosperidad del discurso supremacista y nacionalista del Agente Naranja. En este discurso México y los mexicanos nos convertimos en víctimas propiciatorias y en temas centrales de la oferta política del candidato republicano.

En el caso del TLCAN, desde el documento en el cual se definieron los objetivos que pretende alcanzar el Gobierno del tío Sam con esta renegociación, quedó claro que no les interesa un acuerdo de libre comercio, lo que pretenden es instaurar un comercio administrado (por EU, por supuesto), en el cual la potencia del norte busca servirse, abusivamente, con la cuchara grande: Quieren imponer una cláusula de muerte súbita del TLCAN luego de cinco años de operación, reducir por decreto el déficit comercial de EU, resolver las controversias aplicando su norma jurídica, imponer niveles salariales desconociendo las abismales diferencias existentes en los mercados laborales, aumentar el contenido regional en el caso de la industria automotriz a niveles y en tiempos que son técnicamente inviables, incorporar sin justificación razonable reglas de origen nacional (exclusivas para EU), introducir restricciones temporales a nuestras exportaciones de productos agrícolas y muchas otras medidas, las cuales en su mayoría son contrarias a las prácticas internacionales en la materia.

Durante las primeras tres rondas EU sólo vociferó, sin concretar sus planteamientos en blanco y negro sobre las mesas de negociaciones. Fue hasta la cuarta, celebrada en Washington, cuando aventaron la caballería. Durante la quinta serie de negociaciones, México y Canadá hicieron contrapropuestas a una parte de los requerimientos de EU y en otros (la intención de elevar la regla de contenido regional en las exportaciones automotrices del 62.5 al 85 por ciento, con un 50 por ciento de contenido nacional de EU) México pidió la justificación técnica, pues la instrumentación de la misma es técnicamente inviable en los tiempos contemplados sin dañar seriamente la competitividad de la industria.

A la fecha, solamente se ha cerrado un capítulo, el correspondiente a las Pymes. Y aun y cuando a decir del Secretario de Economía de México se tienen avances considerables en siete capítulos más, EU se ha negado a cerrarlos. A las negociaciones realizadas en México no acudieron los ministros de comercio, dando espacio a los equipos técnicos para avanzar en las negociaciones y tratar de reducir las diferencias. En el comunicado de prensa que dieron a conocer de forma conjunta el pasado viernes, manifestaron: “se lograron avances en varios capítulos… continuarán sus trabajos en reuniones intersesionales en Washington, D.C., a mediados de diciembre y reportarán los avances obtenidos a los jefes negociadores”.

Por su parte, el Representante Comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, advirtió que a menos que Canadá y México atiendan las principales demandas de Washington, las conversaciones para modernizar el acuerdo “no llegarán a un resultado satisfactorio”.

Tal parece que la intención del Gobierno de EU es sacar primero la reforma fiscal, contener los avances de la renegociación del TLCAN y culpar del estancamiento a México y Canadá. El horizonte temporal de Trump está marcado por las elecciones de noviembre en los EU. Si en octubre EU no ha logrado hacerle manita de puerco a sus socios comerciales para presentar el botín de guerra a sus electores, es altamente probable que invoque la cláusula 22.05 e inicie el procedimiento para dar por concluida su participación en el TLCAN. Hasta ahora el Gobierno de EU ha sido inflexible en su posición y no existe evidencia alguna de que esta situación se modificará en tanto Trump despache en la sala oval. Tal y como están formuladas, las reclamaciones de EU son inaceptables para México y Canadá. La disparidad de criterios y el carácter el personaje que tiene la sartén por el mango, elevan sensiblemente la posibilidad de fracaso en la renegociación. Bien haríamos en destinar buena parte de nuestro tiempo y energía a prepararnos para esa ominosa posibilidad.

adavila_mx@yahoo.com.mx

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