Más de 5000 personas han muerto en Libia después de que las lluvias torrenciales causaran el colapso de dos represas cerca de la ciudad costera de Derna, destruyendo gran parte de la ciudad y arrastrando barrios enteros al mar, dijeron las autoridades locales el martes.
Libia, una nación norafricana dividida por la guerra, no estaba preparada para la tormenta, llamada Daniel, que atravesó el mar Mediterráneo para azotar su costa. El país está administrado por dos gobiernos rivales, lo que complica las labores de rescate y ayuda, y, a pesar de sus vastos recursos petrolíferos, sus infraestructuras estaban mal mantenidas tras más de una década de caos político.
Solo en la ciudad de Derna murieron al menos 5200 personas, declaró Tarek al-Kharraz, portavoz del Ministerio del Interior del gobierno que supervisa el este de Libia, según la cadena de televisión local Al-Masar. Pero las aguas también arrasaron otros asentamientos del este, como Shahat, Al-Baida y Marj, y al menos 20.000 personas resultaron desplazadas.
Miles más estaban desaparecidas y es probable que la cifra de muertos aumente en los próximos días. Las inundaciones dejaron cadáveres esparcidos por las calles, al tiempo que arqueaba edificios, hundían vehículos y bloqueaban carreteras, lo que impide el acceso a las zonas más afectadas.
“Todavía no podemos comprender la magnitud de lo que ha ocurrido”, dijo Jawhar Ali, de 28 años, nacido en Derna y residente en Turquía que pasó dos noches en vela en busca de noticias de su familia en su país, donde las comunicaciones se cortaron por la catástrofe. “La conmoción que estamos viviendo es terrible”.
Los analistas afirmaron que los males del país (división política, inestabilidad económica, corrupción, degradación medioambiental e infraestructuras ruinosas) parecían confluir en una catástrofe cuando se derrumbaron las represas al sur de la ciudad. Las inundaciones se produjeron días después de que un terremoto en Marruecos, otra nación norafricana, causara la muerte de más de 2900 personas.
Sin embargo, para Anas El Gomati, director del Instituto Sadeq, un centro libio de investigación política, los dos sucesos fueron profundamente diferentes, dada la imprevisibilidad de los temblores de tierra en comparación con una tormenta como Daniel, que puede preverse con horas o días de antelación.
Incluso después de que la tormenta desplegara su poder destructivo la semana pasada en Grecia, Turquía y Bulgaria, y derivara en la muerte de más de una decena de personas, las autoridades libias no parecían tener un plan serio para vigilar las represas, advertir a los residentes o evacuarlos, aseguró El Gomati.
“Decimos que fue la madre naturaleza, pero esto es obra del hombre, es la incompetencia de las élites políticas libias”, dijo El Gomati. “No hay palabras que se puedan encontrar para describir el nivel bíblico de sufrimiento que tiene que soportar esa gente”.
Las represas liberaron agua que se derramó por Derna, una ciudad de unos 100.000 habitantes, dijo el lunes en una rueda de prensa televisada Ahmed al-Mismari, portavoz del Ejército Nacional Libio, la fuerza política dominante en la zona.
“Es la primera vez que nos vemos expuestos a este tipo de condiciones meteorológicas”, dijo Al-Mismari, calificando el escenario de “completamente inesperado”. Las condiciones estaban dificultando la coordinación de las operaciones de rescate y ayuda, con todas las carreteras a las zonas más afectadas bloqueadas o casi bloqueadas, dijo.
Los ciudadanos que escaparon de Derna abandonaron la ciudad “como si hubieran nacido hoy, sin nada”, dijo.
Las inundaciones recordaron los efectos del huracán Katrina en 2005, cuando la tormenta azotó Luisiana y se convirtió en una calamidad tras la rotura de los diques de Nueva Orleans, lo que inundó áreas grandes de la ciudad.
También mostró cómo el cambio climático puede combinarse con los conflictos políticos y el fracaso económico para magnificar la escala de los desastres.
Libia lleva años dividida entre un gobierno reconocido internacionalmente con sede en Trípoli y una región administrada por separado en el este, incluida Derna, donde el principal agente de poder es el Ejército Nacional Libio y su comandante, Khalifa Hifter, líder de las milicias desde hace mucho tiempo.
“En los últimos 10 años, Libia ha pasado de una guerra a otra, de una crisis política a otra”, dijo Claudia Gazzini, analista principal para Libia del International Crisis Group. “Esencialmente, esto ha significado que, durante la última década, no ha habido realmente mucha inversión en la infraestructura del país”.
Libia es especialmente vulnerable al cambio climático y a las tormentas cada vez más intensas que trae consigo un clima más cálido. El calentamiento hace que las aguas del Mediterráneo se expandan y que el nivel del mar suba, lo que erosiona las costas y contribuye a las inundaciones, y las zonas costeras bajas del país están en riesgo especial, según Naciones Unidas.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, en promedio se forman tormentas similares a huracanes una o dos veces al año en el Mediterráneo, normalmente en otoño. A medida que las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el ser humano calientan el planeta, las tormentas de muchos tipos suelen producir precipitaciones más intensas por una sencilla razón: el aire más caliente puede retener más humedad.
La mayor parte de la población libia vive en zonas costeras, y las intensas mareas tormentosas podrían causar daños generalizados en las infraestructuras, advirtió un informe de 2021 de la Red de Expertos en Seguridad Climática, un grupo que asesora sobre los riesgos de seguridad relacionados con el clima.
El martes, un funcionario local declaró a Al-Masar que otra presa de la región oriental estaba llena de agua y al borde del colapso. La presa de Jaza (situada entre Derna y la ciudad de Bengasi) necesitaba mantenimiento para evitar otro desastre, declaró el alcalde del municipio de Tocra, Mahmoud Al Sharaima.
“La reciente tormenta Daniel ha sacado a la luz el hecho de que Libia está mal preparada para hacer frente a los efectos del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos”, dijo Malak Altaeb, consultora e investigadora libia sobre política medioambiental en Oriente Medio y el Norte de África. “Ya no se puede exagerar la necesidad de una actuación urgente para abordar estos problemas acuciantes”.