Planeado. Calculado. Maquinado; así fue como nos juzgaron a mí, una compañera y un licenciado con un vínculo cercano a mí en Jurisprudencia, en una audiencia simulada en donde se nos fueron violados derechos humanos –los cuales recitan a diario ahí en la academia- pero bien siempre dije y ahora lo vivo en carne propia, hablan de derechos humanos; los estudian, los formulan, los exponen, los presumen pero omiten lo más importante: PRACTICARLOS.
Hoy me atrevo a decir que su Academia Interamericana de Derechos Humanos, es un simulador para complacer tal vez los requisitos del señor gobernador y ¨disque¨ sumarle energía al Estado donde impera la ¨paz¨. ¿Cómo es posible que planeen todo un teatro muy lógico y obvio –por cierto- para poder callar nuestras voces?. No considero nada común que se unan alumnos que tienen relación directa como becarios de la Facultad para ser parte de un plan ciertamente calculado junto con maestros sabiendo a ciencia cierta los intereses que tienen. Los alumnos no somos pendejos, no quieran vernos como tales. Estamos despiertos y conscientes de la situación que se vive.
Y, si, cuesta enfrentar un sistema que quiere coartar tus derechos de libertad de expresión, violar tus derechos de audiencia y no respetar sus funciones. Es ilógico que en un mundo de Derechos Humanos no se nos pueda resguardar siquiera uno. ¿Cómo explicarles la impotencia que se siente? Pareciera que nos quieren tumbar y no niego que a veces se quiera desistir y dejar de pedir justicia, callar, rendirse.
Pero estoy convencida que la lucha por exigir cuestiones que son de todos –derechos que nos pertenecen- vale la pena, porque algún día de muchos o tal vez pocos, ante un mundo lleno de gritos en silencio, saldremos ganando. Y precisamente en ese momento ellos ¨los poderosos¨ dejaran de manipular, controlar y saquear su administración – pero para llegar a este mundo es necesario no desistir.
La trampa se les sale de las manos, pues a pesar de que estaba calculada, planeada, maquinada se les olvido que siempre la verdad, la justicia y la razón salen a la luz y ganan. Hay que nunca dejar de intentarlo a pesar de que quieran hostigarte hasta por un like en las redes sociales y lo vean como materia de silencio oportuno.
Ante las trampas de color morado que están enredándonos, no podemos callar; pero sobre todo no podemos mover el dedo del renglón. La censura es parte de las audiencias privadas, en donde no se quiso que fueran públicas –por miedo a ser descubiertos- . Aun así siendo un principio del juicio oral hoy en día.
No podemos ser indiferentes, disimular que nada sucede ni mucho menos ponernos vendas para ocultar la creciente realidad.
Es hora de desenredar hilos y evidenciar la violación en nuestros derechos. Es tiempo de romper con el silencio y saber que este nunca otorgará; es por eso que NO HAY QUE CALLAR.
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