Quieren hacer pensar a la gente como les da la gana (están acostumbrados a tomar la medida a la sociedad y a manipular la opinión pública). En esa idea, “inician la transición” de gobierno, entre Rubén Moreira y Miguel Riquelme, (entre patrón y empleado). Cuando menos la anuncian como hecho contundente.
En la calle, ¡la gente anda encabronada! En los tribunales, se dirimen las controversias de una elección sucia (y ensuciada), que no acaba.
Y si no acaba el proceso eleccionario, nada es cierto ni legal para quienes se ostentan ganadores. La diferencia es que el abogado Anaya Llamas no anda inventando gabinete ni recibiendo lo que no se ganó (como hace el Ingeniero Riquelme Solís). Del juicio, será la sentencia.
La agenda de Miguel la dictan Viggiano y Moreira. La de Guillermo, la ajustan entre cinco candidatos, tres partidos y una suerte de pueblo impotente y esperanzado. Están ante un pueblo digno que exige dignidad gubernamental, que está atento y expectante. Que juzga desde ahora, y grita fraude.
No somos pitonisos para adivinar el futuro, menos sabiendo que en el gobierno federal hay una complicidad de PRI-Gobierno. Que las instituciones sirven al amo, que los árbitros pervierten los resultados. Juntos y revueltos, son la causa de tanta corrupción (que enoja a límites insospechados y peligrosos). Que son causa de esta impunidad que liquida la endémica democracia, y sepulta el principio de justicia.
El fomento institucional desde el poder central, en favor de estas 32 figuras caciquiles (corruptas y soberbias): ensombrecen a la patria, enzoquetan la historia y someten a los pueblos. Los gobernadores han perdido la brújula moral y extraviaron la senda de los valores y los principios (sustancia y cepa con las que algunos nunca contaron en su ADN).
“Político que pierde la vergüenza, no sabe lo que gana”.
(Frase lapidaria que se asegura fue acuñada por un político coahuilense).
¿En manos de quiénes nos ha depositado la presidencia de México; de los enemigos del pueblo, de los saqueadores de voluntades y patrimonios, de una generación de políticos cínicos; de una camada podrida de gobernadores que sirven al crimen y dañan a la gente, que le roban la voluntad y el voto al pueblo para decir luego que “son legítimos porque fueron electos”?
Transición sin rumbo …
Trasciéndanse cómplices, lo que quieran. Temprano verán que todo ha cambiado.