El sábado 2 de mayo, afuera de las oficinas de este su Periódico Digital: ColumnasDeMexico.com, en Saltillo, tuvimos una emergencia.
Un trabajador (externo) cayó de metro y medio de altura y se golpeó fuertemente. Quedó sin sentido.
Recordamos el chat comunitario sectorial, en WhatsApp, que ha puesto a disposición social, la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Solicitamos la ayuda y de inmediato (menos de 5 minutos) llegaron patrullas y uniformados, acordonando la zona y apoyando.
Problema cuando no llegaba la ambulancia solicitada con anterioridad.
Habían transcurrido más de 20 minutos y el herido aún estaba en la cuneta, esperando el auxilio (con la cabeza apoyada en una cobija). Entró una llamada al celular del editor, quien se había comunicado al 911 (algo mal hay ahí, resulta que la Policía no puede solicitar el servicio de emergencia ni la ambulancia, quien tiene la emergencia tiene que marcar al “911” y solicitar la ayuda).
Un médico o alguien que dijo serlo, empezó a pedir datos del herido y del accidente. Durante 10 minutos eternos (con el herido tirado, sin moverlo por su seguridad), contestaba el editor los cuestionamientos del “médico del 911“. El interlocutor del 911 pedía que “se moviera al herido, se le volteara y le dijéramos si estaba golpeado, si tenía deformaciones del cuerpo por el golpe“. Le contestamos que considerábamos que “no debía moverse hasta que llegaran los paramédicos y dijeran si, con su experiencia, podía moverse, porque podría tener el cuello o la columna dañados y quizás requiriese inmovilizarlo con un cuello rígido“.
Luego… pidió el del 911, que “cambiáramos la llamada telefónica por una videollamada“.
Le preguntamos qué si era necesario o si esperábamos a la ambulancia, que supusimos estaría por llegar (ya transcurrían 45 minutos del accidente) y, ¿qué creen que contestó? Si no hace la videollamada ya, “no le vamos a mandar la ambulancia”.
No había salido la ambulancia del Centro Metropolitano porque el “medico valoraba si debían gastar gasolina, si la emergencia lo requería”, inclusive pidiendo (irresponsablemente), que se moviera a un herido inconsciente.
Era inaudito lo que escuchábamos (el celular estaba en modo abierto y todos ahí: El hijo del accidentado, los policías, vecinos metiches y 2 colaboradores del Periódico, escuchábamos la conversación) ¡Mándenos de inmediato la ambulancia!, le dijo el editor en tono imperativo aunque educado. Entonces le pasamos el teléfono a un elemento de Policía, quien terminó la llamada con el 911, luego de argumentar la necesidad de la ambulancia en el sitio, sin más tardanza.
10 minutos más tarde, casi una hora después del accidente, por fin llegó la ambulancia de la Cruz Roja.
Valoraron al herido, quien recuperaba la conciencia. Dos preguntas y dos lentas respuestas bastaron (¿cómo se llama?, ¿qué edad tiene?) y los paramédicos consideraron que el accidentado (que dijo tener 65 años), debía moverse. Fue “ayudado a ponerse de pie y caminar” (no lo inmovilizaron, ni sostuvieron su cuello, ni lo subieron a una camilla… quizás vemos muchas películas y creemos que estos cuidados son necesarios hasta llegar al hospital y tener la seguridad de que no hay hemorragias o daños mayores, pero nos demostraron que no, y quizás… “ellos saben lo que hacen”).
Volteó una señorita paramédico y le dijo al editor, mientras conducían al herido a la ambulancia: “Ya ve que sí puede caminar“.
La Policía, atenta, en todo momento estuvo ahí para ayudar. Debemos decirles ¡sinceramente gracias!
Ya no pormenorizaremos lo que siguió allá, en la Cruz Roja, a donde nos trasladamos para ver como seguía el herido y ver si requería más ayuda. (Tampoco allá brillaron por su atención ni eficiencia).
PD.
Luego se trasladó al trabajador al Seguro Social. Se determinó que había sufrido una embolia y ello lo precipitó al suelo, y fue la razón del accidente.
Por fortuna ya está mejor y atendido. Salvó su vida, gracias a Dios.