¿Un Centenario vacío?

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El próximo domingo conmemoramos el primer Centenario de la Constitución promulgada en 1917 y a unas cuantas horas de esta insigne celebración, lo que está a la vista es que puede ser un día tortuoso, áspero, en el que una parte de la población expresará una vez más su rechazo a las decisiones gubernamentales de aumentos a los combustibles y su demanda de vigencia del Estado de derecho.

La Constitución de 1917 fue pionera en el mundo de los derechos sociales de los obreros que entonces la hicieron suya para exigir la jornada de 8 horas, el descanso dominical y la seguridad social; los campesinos reclamaron la restitución de sus tierras, del agua, otorgamientos de créditos y en general, reconocimientos de los derechos agrarios, de manera que durante los años de 1920 a 1940 la Constitución fue el instrumento de la sociedad para reivindicar sus derechos (Diego Valadés, Este País).

A 100 años de su estreno y vigencia hay mucho que celebrar porque fue gracias a la lucha del pueblo y de muchos profesionistas como el coahuilense, nacido en Ocampo, profesor José Rodríguez González, además de Manuel Aguirre Berlanga, Manuel Cepeda Medrano, José María Rodríguez, Ernesto Nea de Fierro y Jorge E. Von Versen, integrantes del Congreso Constituyente, que la Constitución se hizo letra viva por algunas décadas.

Aunque en la actualidad son cada vez más numerosas las voces que promueven y hasta exigen una nueva Constitución porque el texto vigente presenta defectos múltiples como, inconsistencias de terminologías, errores de actualización y duplicación de disposiciones, entre muchos otros, de manera, que mínimamente sería urgente una actualización clara y ordenada, pero, según muchos otros, eso no basta es necesaria una nueva Constitución, porque entre otras, las Reformas Estructurales de Peña Nieto deben ser modificadas porque contienen múltiples errores, opinan quienes demandan la reforma completa constitucional.

El texto de la Constitución original es como un árbol frondoso que fue siendo mal podado y al que le quedan muy pocas hojas y menos ramas, así que ya no alcanza a dar sombra a la nación, con 695 reformas de sus 136 artículos, sólo 22 permanecen intactos.

En Saltillo, fray Raúl Vera López y un grupo de ciudadanos han impulsado la iniciativa para el diseño de una Nueva Constituyente Ciudadana que garantice una auténtica democracia que contrarreste el poder de la plutocracia política, se trataría, dicen, de conformar un contexto que asegure la configuración de la calidad de las personas que sean quienes lleven las riendas del país que deseamos ser.

Tenemos evidencias empíricas numerosas del desfasamiento entre normas jurídicas y cultura lo cual poco a poco erosiona y debilita la cultura democrática, no es exagerado afirmar que en este país, la clase política ha propiciado el desconocimiento de la ley, el alejamiento de los ciudadanos de sus derechos constitucionalmente vigentes, por ello se carece de instrumentos eficientes de acceso a la justicia o a la administración que aseguren al ciudadano común alcanzar el Estado de derecho.

En lo que va del siglo 21 la corrupción se ha multiplicado, la partidocracia ha acrecentado su mala fama y el pluralismo del Congreso federal ha influido poco a la integración de políticas públicas que mitiguen la desigualdad social y la pobreza de la población; la influencia y control del Poder Legislativo sobre el Ejecutivo es débil.

Ahora, más que recordar y sólo conmemorar es urgente poner los pies en la tierra y decidir qué leyes necesitamos para que la República se renueve y enfrente los desafíos que vienen del norte y los que tenemos adentro del país.

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