México es un país presidencialista. Aunque constitucionalmente existe la división de Poderes, el peso de las decisiones que toma el titular del Ejecutivo federal es enorme.
No es de extrañar que todas las expectativas de la ciudadanía estén puestas en lo que logre, o no, el presidente en turno.
Tampoco, que se le atribuya todo cuanto ocurre durante su mandato, sea o no el responsable.
Los mexicanos solemos tener mala memoria. Pero, apenas hace un par de décadas el diagnóstico señalaba, precisamente, al presidencialismo como una de las razones por las que nuestro país no lograba prosperar.
Fue por eso que Zedillo, Fox y Calderón implementaron medidas para reducir el poder del presidente.
Sin duda cometieron errores e hicieron posibles los excesos de algunos gobernadores, como es el caso de los Moreira, sin ir más lejos.
Pero, al menos intentaron atender esa que, insisto, era señalada como causa importante de nuestros problemas.
Y tan era así, que la reconstrucción del sistema presidencialista iniciada a partir del sexenio pasado, pero sobre todo en el actual, ha colocado en una posición muy vulnerable al Estado mexicano y a su vida institucional.
La fragilidad del sistema presidencialista consiste en la enorme dependencia de los destinos del país y de la ciudadanía hacia una sola persona.
Por eso, al menos, debe exigirse a ese individuo (sea quien sea y provenga de donde provenga) demostrar que tiene la salud mental necesaria para cumplir con su responsabilidad. Así ocurre en otras naciones con sistema presidencialista y así debería ocurrir en México.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos debe contener como requisito para ocupar el cargo de presidente el que se goce de un buen estado de salud mental, por lo mucho que está en juego.
Se trata de salvaguardar el bienestar de las instituciones y de los ciudadanos.
Porque ¿qué ocurriría con nuestra nación si la persona que ocupa la Presidencia del país pierde los cabales? ¿Qué pasaría con esta nación nuestra, si el mandatario perdiera su capacidad para reconocer la realidad como tal? Temo mucho que estemos por averiguarlo y no tengamos cómo defender a la patria.
Tuiter: @marcelotorresc