Un centenar de viviendas en el municipio de Agua Dulce amanecieron inundadas después de que esta madrugada se desbordara el río del mismo nombre, y que vio incrementado sus niveles tras el paso del Frente Frío número 8 por la entidad.
Autoridades de Protección Civil mantienen alerta a los habitantes, ya que las lluvias continuarán las próximas horas, lo que elevará aún más el nivel del río.
Fue desde la madrugada de este jueves que el nivel del río comenzó a desbordarse, y se registraron los primeros encharcamientos importantes en las zonas bajas, donde personal de Cruz Roja y Protección Civil coordinaron las primeras evacuaciones.
Alrededor de las 7 horas de este día, el nivel del río Agua Dulce alcanzó un nivel de 7.60 metros, rebasando en 1.28 metros su N.A.M.O. (Nivel de Aguas Máximas Ordinarias), lo que inundó viviendas en las colonia Centro, El Repasto, Los Arcos, Puebla, El Palmar.
En la zona centro, además de las viviendas particulares, se vieron afectados locales comerciales.
63 mil empresas del comercio fueron colapsadas en Acapulco: Alejandro Martínez Sidney
Alejandro Martínez Sidney, Presidente de la Canaco Servytur Guerrero, habló sobre el balance de los daños a comercio y hoteles en Guerrero, por el paso del huracán “Otis”.
“Aquí estamos de pie con la frente en alto tratando de sacar adelante a Acapulco, estamos sin agua, sin luz, con condiciones muy adversas, desabasto, y no podemos ocultar el sol con un dedo. Debemos trabajar en coordinación con autoridades”, mencionó.
Se convocó al gabinete de seguridad por la gobernadora Evelyn Salgado, donde se mencionaron los problemas a tratar. “La Marina está encargada de la seguridad de la base naval al aeropuerto, los establecimientos que queremos reactivar son tiendas de autoservicio, las que fueron saqueadas”, afirmó.
Se está pidiendo el apoyo de la Marina y el Ejército, “vamos a trabajar con mucho ánimo, pero estamos heridos letalmente, pasó la destrucción por todas las casas, la zona comercial y la zona turística, no hubo nada que se salvara de la potencia de este huracán, hundió nuestro barcos, los emblemáticos yates”, detalló.
Las personas afectadas por Otis en Guerrero que tengan contratado algún tipo de seguro, ya sea de autos, gastos médicos, vida, etc., tendrán una prórroga de tres meses para pagarlos, lo que les permitirá mantener los beneficios de esta protección financiera.
Con esto, no sólo habrá extensiones para pagar sus créditos, tal y como lo han anunciado los bancos en los últimos días, sino que también tendrán prórrogas para el pago de los seguros que tengan contratados.
Este jueves la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, acordó con la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF) autorizar el registro de endosos que permiten a las aseguradoras acordar extensiones en los plazos de pago de primas con sus clientes.
“Esta medida busca beneficiar a contratantes, asegurados y beneficiarios que enfrenten dificultades económicas debido a la contingencia generada por el Huracán Otis, anunció la dependencia federal.
Es importante aclarar que esta medida sólo será para las pólizas que se encuentren vigentes con domicilio pactado en el estado de Guerrero. “O que la cosa asegurada se encuentre en esa entidad, que la persona asegurada sea residente en dicha entidad, o que por la naturaleza de los riesgos garantizados hubiesen sido afectados por el huracán Otis”, dice el comunicado.
Además, aplica para las situaciones donde no se hubiese pagado la prima o alguna fracción de ésta en los casos de pago en parcialidades. Es decir, cuando los pagos se encuentran diferidos a meses, como sucede en algunas pólizas de autos, gastos médicos, vida, etc.
Si se trata de pagos anuales y toca renovación, la situación se deberá analizar con el agente de seguros o directamente con la aseguradora.
El plan de extensión, también aplicará cuando el vencimiento de los plazos ampliados se produzcan dentro de la vigencia de la póliza.
El órgano regulador de las aseguradoras, destacó que las compañías de seguros deberán hacer llegar un documento al contratante o al asegurado en el que haga constar la ampliación otorgada.
Aclaró que el beneficio de la ampliación del plazo se otorgará a aquellos clientes que definan las instituciones de acuerdo con su historial.
Si vives en Guerrero y buscarás acceder a este beneficio de extensión de pago, debes considerar que el plazo máximo para extender el pago de tu seguro deberá ser de hasta 90 días naturales, después de eso tendrás que reiniciar el pago.
Una cuestión que debes aclarar con la compañía de seguros es sobre la atención de siniestros que puedas enfrentar en ese periodo que tendrás de suspensión se pago.
Aseguradoras pagarán 40% de cobertura a hoteles para iniciar reconstrucción
El presidente Andrés Manuel López Obrador informó que las aseguradoras se comprometieron a pagar “lo antes posible” el 40 por ciento de los seguros que tienen los hoteles dañados por el huracán Otis para iniciar con las obras de reconstrucción.
En La Mañanera desde Palacio Nacional, el Presidente recordó que hay más de 300 hoteles dañados que además, podrán tener acceso a 2 mil millones de pesos en créditos de Nacional Financiera.
“Hay dos acciones que se han logrado, primero que las aseguradoras les entreguen lo más pronto posible el 40 por ciento del estimado de daños que tienen los hoteles, que no haya tanto trámite y que lo más pronto posible les entreguen 40 por ciento para que reinicie la reconstrucción de los hoteles”.
La segunda acción que se está llevando a cabo para este sector en específico es que los empresarios hoteleros que soliciten créditos nuevos a la banca comercial, el gobierno los va a apoyar con el pago del 50 por ciento de los intereses. Además, hay un acuerdo con los bancos para que no incrementen las tasas de interés.
Sin embargo, el jefe del Ejecutivo dejó en claro que su gobierno ayuda a todos pero privilegia a los más pobres.
“Se les ayuda a todos pero se tiene que apoyar más a la gente más necesitada que es la mayoría, hay quienes perdieron sus casas, sus muebles, no tienen estufa, no tienen refrigerador, no tienen camas, entonces lo primero tiene que ser a ellos y lo mismo en el caso de la alimentación, a todos pero darle preferencia a los más necesitados”.
Recordó que ya está en curso un censo que incluye a pequeños y medianos empresarios, así como comerciantes para también darles apoyo.
“A quienes se buscan la vida con una pequeña tienda, con la venta de ropa en los mercados en los tianguis, los que tienen palapas en las playas, incluso pescadores, se está contemplando entregarles de manera directa un apoyo, agricultores, porque hay bastante población rural, no es nada más la ciudad de Acapulco y Coyuca“, concluyó.
Miseria y abandono en las aldeas aisladas que arrasó ‘Otis’: “Toda la cosecha está perdida”
La bahía de Acapulco se hace pequeñita bajo los pies a medida que el helicóptero se eleva desde el hospital Naval. A vista de pájaro, este jueves la ciudad es una panorámica de ruinas y fantasmas tras el paso de Otis: el huracán destripó los exclusivos hoteles donde la jet set mexicana se emborrachaba con champán en aquellas noches eternas; los campos de golf parecen mesas de billar que alguien ha llenado de cristales rotos; las playas están vacías, algunos barcos flotan descascarados a la deriva; los montes, que solían ser de un verde radiante, ahora tienen un color marrón enfermo después de que el viento arrancara las hojas y dejara solo los troncos raquíticos; los barrios más pobres han perdido sus tejados de lámina y los escombros permean las calles; de los asentamientos irregulares sobre los cerros ascienden columnas de humo allá donde sus habitantes incendian enormes piras con la basura que trajo la mayor tormenta que han conocido las costas del Pacífico mexicano; la idílica postal de Playa Diamante ha dejado atrás el lujo y recuerda más bien a la fotografía de un bombardeo.
El helicóptero aterriza con estruendo en una pista del aeropuerto. En un hangar, decenas de soldados de la Secretaría de Marina descargan y apilan toneladas de latas de sardinas de un camión que luego se repartirán entre las comunidades rurales más aisladas. La ciudad está arrasada —la cifra oficial de víctimas, sin actualizar desde hace varios días, es de 46 muertos y 59 desaparecidos—, pero tierra adentro Otis tampoco ha tenido piedad. Hay decenas de pueblos y aldeas que han pasado una semana incomunicados: sin contacto con el mundo exterior ante la caída de la electricidad y la luz; sin suministro de agua en el grifo ni en las tiendas; sin alimentos más allá de lo que guardaran en la despensa o lo que pudieran cazar, pescar o cosechar; bebiendo agua de ríos y cocos. La Marina asegura que llevan varias jornadas haciendo unos 70 vuelos diarios para que la ayuda humanitaria alcance también los lugares más recónditos de Acapulco.
Una vez se descarga el camión, hay que llenar el vientre de metal del helicóptero: latas, arroz, frijoles, litros y litros de agua embotellada, papel higiénico, comida para perros y todos los productos básicos necesarios después de una catástrofe como Otis. A eso de las dos de la tarde, la aeronave despega rumbo a San Isidro Gallinero, una comunidad de menos de 3.000 habitantes enclaustrada en el monte. Sobrevuela la laguna de Tres Palos, que brilla bajo el sol con un color turbio y salvaje; los cerros verdes; los campos de maíz arruinados que lucen como fichas de dominó derribadas; las palmeras torcidas en la dirección de aquel viento que barrió todo a su paso a 250 kilómetros por hora.
Las hélices del helicóptero levantan una enorme polvareda que sale disparada contra los habitantes de San Isidro Gallinero. Centenares de personas esperan la llegada de los víveres resguardados del sol bajo paraguas y las escasas sombras que hay en una suerte de cancha de fútbol de tierra a las afueras del pueblo, la única superficie lo suficientemente llana como para aterrizar. Cuando las columnas de polvo se disipan, los hombres jóvenes hacen una cadena humana para descargar las cajas de material humanitario.
Frijoles, maíz y agua del río
San Isidro Gallinero es un pueblo de caminos de tierra y casas de adobe con tejados construidos con materiales como el amianto, un mineral extremadamente nocivo para la salud. Sus habitantes son agricultores que comen gracias a los campos de maíz, los árboles de limón y mango, los cocos de las palmeras. El huracán ha arrasado toda la cosecha y, con ella, su único medio de subsistencia. No hay electricidad ni conexión a internet desde hace una semana, la comida ha escaseado y, si no hubiera sido por las reservas de sus propios cultivos, el hambre habría sido un problema mucho mayor que Otis. La sed les ha obligado a beber agua de los ríos y manantiales.
—¿No les da miedo contraer enfermedades?
—Es mejor que morirse uno de sed.
Quien responde es Domingo, que tiene 57 años y como casi todos aquí cultiva un campo de maíz: “Se me perdió toda la milpa, necesitamos ayuda fuerte del Gobierno”. Las historias son similares: todos perdieron los tejados y las cosechas y muchos de ellos sus casas enteras, que al ser de adobe y madera no resistieron la embestida del huracán. Como María, que vio cómo su cabaña de barro se desplomaba ladrillo a ladrillo. Ahora ella y otros 14 familiares se refugian con su suegra, en una choza igual de pequeña. “Estamos apretaditos, dormimos en el suelo. Vino una ayuda antes, pero no a todos les llega, somos muchos. Ahorita estamos en lo mismo, dicen que no van a alcanzar para todos. La gente nos apoyó con frijoles para comer. Toda nuestra cosecha está perdida. Necesitamos la ayuda porque todo se está poniendo caro también”, resume.
Agripino Manzanares (72) sonríe bajo su sombrero de paja. Él, que ha habitado y sembrado toda la vida estos montes, tuvo un poco más de suerte que María. Otis solo arrancó su techo. “El huracán se sintió horrible, como una fuerza destructora: las láminas volaban, árboles arrancados de raíces. Los primeros días la situación ha sido crítica, ya ves: no hay luz, no hay señal, todos estamos estanqueados. Lo bueno es que somos un pueblo de agricultura. Aquí no hay gas, pero hay leña, no estamos tan tristes como en la ciudad. Gracias a Dios no hemos pasado hambre, pero hemos estado incomunicados, tuvimos tres días para poder liberar la carretera. Estuvo feo aquí, nunca habíamos padecido esta contingencia de algo natural”.
En el pueblo, el huracán ha sido una desgracia más que sumar a una larga lista de pobreza extrema y abandono institucional; una miseria del tamaño de las casas de barro y suelo de tierra, de los ancianos como Manzanares que se ven obligados a seguir trabajando el campo para comer, de la dependencia total de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Poco antes de Otis, un terremoto —otro más en una región acostumbrada a que la tierra ruja— se tragó decenas de cabañas. Manzanares mira a largo plazo, más allá de los víveres que trae la Marina: “Necesitamos la ayuda del Gobierno para nuestra agricultura, para poder volver a sembrar y cultivar los terrenos que se echaron a perder, que nos ayuden con plantíos”.
En este viaje —es el séptimo hoy—, los soldados no están en el pueblo más de 15 minutos. Cuando todas las cajas se han descargado, los militares posan para el fotógrafo oficial del cuerpo junto a los vecinos. Alguien grita un “viva la Marina” que suena poco espontáneo y del que solo unos pocos aplausos se hacen eco. La miseria de San Isidro Gallinero puede medirse en ese cántico, en los aplausos poco entusiastas contra el hambre de la gente que tiene que volver a empezar de cero, reconstruir sus chozas, replantar los cultivos y agradecer al Gobierno unas migajas que por unos días amortigüen la pobreza de toda una vida de escasez.
Cuando el helicóptero despega, los habitantes de la aldea se desdibujan de nuevo entre las columnas de polvo.