En la sociedad actual, abunda el estrés y el agotamiento y necesitamos momentos para darnos un respiro, parar, reflexionar y valorar qué es prioritario en nuestra vida.
Todas las personas buscamos ser felices y, personalmente, creo que una actitud positiva es la clave para vivir con alegría.
Lo cierto es que no podemos controlar los acontecimientos que nos suceden, la vida es así, pero lo que sí está en nuestras manos es cómo reaccionar ante ellos: una actitud positiva es crucial para gestionar las situaciones con mayor facilidad. Para vivir con alegría se debe cultivar su belleza interna, trabajando valores como la empatía, la bondad, la generosidad, la amabilidad o la tolerancia.
Ésta es una teoría simple y estoy segura de que todas las personas las hemos escuchado más de una vez, pero ¿cuántas veces nos hemos prometido ser más pacientes, más comprensivos o tolerantes? ¿Y cuántas veces nos hemos fallado?
Conseguir vivir con ilusión y positivismo, en el contexto actual de estrés continuo al que nos enfrentamos, es complicado y, como dijo en su día Stephen R. Covey, entender que “lo más importante en la vida es que lo más importante sea lo más importante” es fundamental para lograrlo.
Como enseñar a nuestros hijos e hijas a “Vivir con alegría”
Como padres y madres, es necesario tener esta filosofía de vida para no fracasar en el proceso de educación de los más pequeños. Por eso, es fundamental que, además de la preocupación por la formación académica, se transmita a los pequeños la alegría de vivir día a día.
Es tarea de las familias inculcar a sus hijos e hijas valores como la amabilidad, constancia, agradecimiento y tolerancia para favorecer el desarrollo de su conciencia moral. Desde que son pequeños hay que explicarles qué está bien, qué está mal y por qué.
Para ayudarles a forjar su personalidad es muy importante educarles desde la empatía, invitándoles a ponerse en la piel de los demás, planteando preguntas como “¿Te gustaría que esto te sucediera a ti? ¿Cómo crees que se sienten los demás si les pasa esto?
También debemos presentarles el valor de la humildad, para ayudarles a potenciar sus fortalezas y minimizar sus debilidades, haciéndoles conscientes de que nadie es superior a nadie. Tienen que aprender a ser agradecidos, a dar las gracias y entender que no tienen derecho a todo: las cosas hay que ganárselas y merecerlas.
La compasión es otro valor fundamental a desarrollar. Podemos trabajarla con los pequeños invitándoles a ayudar a las personas que puedan necesitarnos. “Si quieres que otros sean felices ten compasión, si quieres ser feliz, ten compasión”. (Dalai Lama)
La familia es la primera escuela de la vida, dónde los padres tienen la responsabilidad de transmitir los valores necesarios para que sus hijos e hijas sean buenas personas y, por lo tanto, felices.
Es imprescindible mantener una actitud positiva y motivadora para convertir la rutina de la enseñanza en algo excepcional día a día. Es esencial estar siempre en continua formación, reinventándonos y buscando el modo de inspirar a nuestro alumnado.
Debemos alejarnos de las clases teóricas y convencionales y apostar por una enseñanza dinámica, atractiva y personalizada, adaptándonos a las necesidades individuales de nuestro alumnado para lograr sacar lo mejor de cada uno.